lunes, 19 de febrero de 2018

El gobierno invisible

Una de las cosas que persigue el actual gobierno de Lenin Moreno, es el gobierno invisible.
Con Rafael Correa, el gobierno ego-céntrico, super visible,  llegó a una estatura internacional.
El gobierno ego-céntrico, tiene en sus manos posibilidades que los gobiernos invisible no tienen, por ejemplo la capacidad de captar la atención, la voluntad colectiva, espíritu de las masas y canalizarlo, esta canalización puede ser benigna, cuando prima la generosidad sobre la vanidad, la crueldad, la codicia, la venganza colectiva.
Hitler es el mayor ejemplo de lo que fue en el siglo XX, un gobierno super-visible, egocéntrico, cruel.
En la humanidad, los gobiernos egocéntricos, fueron fundamentales para generar procesos de globalización.  En Europa, Alejandro Magno, creó el primer imperio egocéntrico, en que su figura, sus logros militares, y la propagación de la cultura griega, en que el teatro, y los juegos deportivos, eran el espectáculo público que congregaba.   A este gobierno egocéntrico le siguió el de Julio César, que globalizó el modelo romano, en que las leyes escritas, los caminos, y la contribución obligatoria de impuestos, en medio de una opresiva esclavitud, que convirtió a la crueldad en espectáculo público en el Circo Romano, eran la normalidad.  En la misma Europa, el continente más fértil y más accesible al mar,  emergió otro gobierno globalizador el de Carlo Magno, que propagó el cristianismo fanático, brutal  y analfabeto, traducido en 1000 años el llamado oscurantismo europeo, que incluso llegó a convertir a la fuerza militar brutal, los Godos y Visigodos, Germanos, Francos y Lombardos, que destruyeron el Imperio Romano de Occidente,  en instrumento para derrotar en la Península Ibérica a los Omeya, la dinastía mora,  del mundo musulmán que desarrolló la convivencia intercultural, la universidad, y las ciencias, la navegación, la arquitectura, en un Europa fanática completamente opuesta a la educación y a la ciencias. A este gobierno egocéntrico, le siguió el de Gemgis Kan, que creó la globalización de la pólvora como recurso bélico y llegó a comunicar a Asia con Europa en el más grande imperio Euroasiático de la historia, el de Soliman Segundo y su imperio Otomano, que dominó el Mediterráneo Austral y Oriental, A estos gobiernos egocéntricos, le sucedieron los gobiernos imperiales de España,  con Carlos V y Felipe II, que crearon el mayor imperio transoceánico religioso, los gobiernos ego-céntricos de Isabel I, la Reina de los Piratas y su aliado el pirata Francis Drake,   que creó el mayor imperio de piratas y comerciantes de La Tierra, el de Theodore Roosevelt  el violento presidente norteamericano que inició la globalización de los productos industriales de Estados Unidos y la ocupación de América Latina, como el patio posterior de Norteamérica, o el de Stalin y Mao, que crearon los modelos socialistas más sanguinarios de la historia.
Actualmente se vive los gobiernos egocéntricos del astuto Putin en la Federación Rusa, del contradictorio Trump, en los Estados Unidos, de la práctica Merkel en Alemania, gobiernos anclados a personas que fijan la trayectoria de sus países en un mundo globalizado.
El gran problemas de los gobiernos super-visibles y egocéntricos, es que son dioses de oro con pies de barro.  Es lo que sucedió con Rafael Correa.
Su capacidad de gestión, su inteligencia, su dinamismo, eran de otro mundo, que no era Ecuador, pero a sus pies, su partido creaba una camada de traidores, oportunistas, vendidos, ladinos, chupamedias, cuya mayor expresión fue su sucesor y la mayoría de asambleístas a los que su renombre les dio la victoria electoral y el cargo público que ostentan.

 En Ecuador, los 104 gobiernos en 188 años de historia, fueron de gente sin virtudes, personajes sombríos intrascendentes, lo que se dicen "mojones (mierda) empujada por la marea".    Tan solo  tres presidentes trascendieron, Gabriel García Moreno, el llamado "Santo del Patíbulo", era un fanático católico,  que uso a los curas como policía secreta, a los confesionarios como sitios de delatores, pero logró reunificar un país que se había dividido en 4, con un gobierno en Quito, otro en Guayaquil, un tercero en Cuenca y un cuarto en Loja y el gobierno de Guayaquil presidido por Franco, incluso firmó un tratado con Perú, entregándole toda la Amazonía, con límites en Baños, en la cordillera de los Andes, reduciendo el Ecuador a menos de 150.000 km2.  Para esto, el cruel presidente personalmente dirigía los fusilamientos de los que consideraba enemigos personales y enemigos públicos, pero introdujo los estudios científicos, con la Politécnica Nacional, e inició la construcción del tren Quito-Guayaquil. Gracias al heroísmo de un colombiano,  Faustino Lemos Rayo, cayó asesinado en las puertas del palacio a machetazos,  murió  de la misma forma como mataba, pero sus fanáticos seguidores de Quito, lo embalsamaron y le lloraron por un mes, e incluso pidieron su canonización al Vaticano.
   El otro gobierno descollante y trascendente de la historia nacional fue el de Eloy Alfaro, quien en cambio murió presa del fanatismo católico de Quito, que adoraba la memoria de García Moreno,  Este mandatario se atrevió a  arrebatarle a la Iglesia, sus haciendas, sus indios conciertos (eternos deudores) que vivían un semi esclavismo, a separar la Iglesia del gobierno, que era lo opuesto a lo que hizo García Moreno con el acuerdo con el Vaticano llamado "El Concordato",  a legalizar el divorcio, que era considerado un sacramento de la Religión Católica, que no aceptaba a los católicos divorciados,  a crear la educación pública, a que niños y niñas estén juntos en una aula, o dar empleos públicos a las mujeres  Esto fue tocar los pilares de la Iglesia,  por esto,  junto con el Diario el Comercio, de la familia ultra católica Mantilla, dueños además del Banco del Pichincha,  motivaron a las masas para que la muchedumbre, con el permiso del traidor general Leonidas Plaza, lo mataran en el Penal, donde estaba detenido y luego lo quemaron en el Parque de el Ejido, convirtiéndose así en el mártir de la libertad de los ecuatorianos.  El tercero fue el presidente  José María Urbina, que se atrevió a liberar a los negros, pero además formó un ejército con ellos llamado Los Tauras, para asegurarse que no se volverían a la esclavitud.

El gobierno que pretende Lenin Moreno, como lo dijo desde el mismo momento de la posesión de su mandato el  24 de Mayo del 2017, sería un gobierno invisible, que no se hiciera notar, quería gobernar en silencio.     Las razones eran evidentes,   Correa arrastraba masas pero también enemigos, su popularidad generaba discordias, disputas, divisiones.  Es que en Ecuador hay una cultura de "bajar a los que suben".   Desde muy jóven percibí que  en Ecuador está prohibido ser brillante, o destacado, para serlo hay que hacer los que hicieron nuestros mejores futbolistas como Antonio Valencia o Alex Aguinaga, salir del país.  Esto se debe a que si alguien se destaca, al momento vendrán los envidiosos a hostigarlo.  Esto se lo recuerda a diario en las conversaciones cuando entre amigos contamos la historia de las tres ánforas de cangrejos vivos, en un restaurante japonés, en la primera había cangrejos europeos,  que estaba tapada, en la segunda cangrejos norteamericanos y estaba tapada y en la tercera unos enormes cangrejos ecuatorianos pero estaba destapada. el curioso cliente le pregunta al dueño del restaurante  ¿ por qué los cangrejos más grandes están en una ánfora destapada? .  -Le voy a explicar- contestó  el dueño- las ánforas de cangrejos europeos y norteamericanos  tiene que estar tapadas porque los cangrejos se ponen uno encima del otro y así hacen una escalera para escapar,  es decir se ayudan entre sí, en cambio los cangrejos ecuatorianos hacen lo contrario, cuando uno está a punto de escapar, los demás lo jalan para abajo y se lo impiden.
Esta cultura de la envidia y destrucción de los brillantes, es parte de la llamada Maldición de Malinche, que recuerda a la mujer del conquistador Hernán Cortez, que cuando tuvo que elegir entre ayudar a su gente, los indígenas mexicanos y su familia,  o al su amante, el conquistador español, prefirió traicionar a su familia.  De igual manera, un ecuatoriano, es un aliado poco confiable para otro ecuatoriano, y en esto se ha basado los 300 años de vida como colonia española y 200 años, como subordinación a las familias de "sangre azul".  El peor patrono en Ecuador es el capataz, y este es un indio, mestizo, mulato o negro que desde siempre estuvo presto a matar, traicionar a los suyos, a venderse, a torturar y entregar incluso a su propia mujer e hijos,  a cambio de quedar bien con el patrón.  Es una maldición de 500 años que como tara genética nos persigue y alimenta a los nuevos ricos, a la clase media emergente del país.

Ahora se pretende crear una cultura de los gobiernos anónimos, mediante la llamada sucesión presidencial, que en la última consulta prohíbe a reelección.  Esto tiene sentido pues puede suceder que en lugar de un brillante ser humano como Rafael Correa, llegue un desquiciado como Nerón, o como Calígula,  o un vanidoso como Donald Trump, y que éste logre perpetuarse mediante un culto a su personalidad, un culto a sí mismo como Cómodo, de la película Gladiador, que para que se le reconozca y adore como hijo de Júpiter y hermano de Hércules,  mató a 700 gladiadores en el Coliseo, drogándoles o desangrándolos antes del combate,  como los toreros en las corridas de toros que "afeitan al toro" para poder matarlos, así llegó a hacer creer a los romanos, que él era sobrenatural.
Pero la cultura de los gobiernos anónimos, tiene la desventaja que pone en el poder a cualquier mediocre, a cualquier payaso, a cualquier banquero, a cualquier ricachón, a cualquier licenciado sin más méritos, a cualquier profesional mediocre, a cualquier lenguaraz de pacotilla, a cualquier mercachifle de mercado, a cualquier esbirro como lo estamos viviendo ahora.
Así pues estamos entre la espada y la pared.
Si yo fuera presidente, apoyaría la ley que permite la sucesión presidencial solo a los expresidentes que cumplieron la mayor parte de su ofertas de campaña y de su plan de gobierno, que no usaron la mentira, la traición o el engaño para llegar al poder, que colocaron a los ecuatorianos más preparados y brillantes en cargos públicos, que tuvieron el menor tiempo de paros multitudinarios o interrumpidos los servicios y obras públicas,  que respondieron de manera eficiente a las catástrofes naturales, económicas y sociales, pero además que no se les pueda culpar de delitos de corrupción o mala asociación o por tratados y negocios,   que perjudican  al pueblo.  Se puede reelegir a los expresidentes que lograron que la riqueza, el poder y los conocimientos pasaran de las elites a la gran mayoría.   Por el contrario no podrían ser candidatos los que hicieron lo contrario, concentrar la riqueza, el poder y los conocimientos en elites, grupos, partidarios, amigos o familiares.
 Pero los candidatos deben ser calificados  por tribunales especiales de Justicia, con los mejores juristas del mundo, pues la justicia en Ecuador aún  es un canje de favores, es un negocio para ganar más como funcionario público, es una suma de irregularidades, y una larga espera, como se ha visto en los juicios por corrupción donde los delincuentes son liberados, si su testimonio ayuda al gobierno a eliminar enemigos políticos. 







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