En la escuela Rosario del Alcázar de Conocoto, fui una víctimaa de la brutalidad pedagógica de la Iglesia Católica.
Aun recuerdo los días en que me fugaba de aquella lúgubre escuela, donde una monja me hacia pasar al pizarrón, para exhibir su miserable calidad humana, golpeándome con brutalidad delante e toda la clase, sólo porque no no podía escribir con la mano derecha y escribía con la mano de diablo, escribir con la mano izquierda era delito.
Fuiun ser humano era considerado patológico, un engendro de la naturaleza. Me escapaba de esa estúpida escuela, saltando el tapial, cuando sólo tenía 6 años, y me refugiaba en la casa de la abuela, MAMELITA, que me perdonaba estas faltas, luego de rezar ante el corazón de Jesús y a la virgen de la Dolorosa, entonces podía ir a jugar con los perros y ayudarla a dar comida a los cerdos, gallinas y cabras, que eran parte de su historia todos los días.
Hoy a los 62 años, puedo afirmar con certeza que las religiones son un invento humano, como los idiomas, la escritura, la música, la cultura, los países y otras minucias, que separan a los seres humanos, las naciones y los continentes.
El encuentro con el sonido, el movimiento que expresa la lujuria, la ira, la duda, la pena, la ternura, la vitalidad ose vuelven parte del mas allá de todos los días.
Esta es la atmósfera de América Latina donde el amor eterno, aun tiene u refugio en un planeta donde el amor a pasado a ser solo una transacción.
Aun me parecer que a mi manera es un himno al ser humano, pero me aborrece que ser un ser humano es ser un norteamericano.
Aun me queda un poquito de ira, para encontrar otra forma de ver el amor y la vida en otra versiòn: FACUNDO CABRAL .
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