lunes, 30 de octubre de 2017

LAS GRANDES OBRAS DE JORGE GLAS: LAS MULTIPROPOSITOS








El ingeniero Jorge Glas Espinel, fue el visionario que propuso, planificó y construyó un sistema completo y enorme de represas, canales de agua, centrales hidroeléctricas, de su aprovechamiento,  que cambiaron la geografía, la productividad y la susceptibilidad de la Costa, a los fenómenos del Niño y La Niña.

El mayor drama ambiental que sufría Ecuador, del que tengo memoria y lo viví, fue siempre el Fenómeno del Niño y la llegada de La Niña.
Siempre consideré que La Niña, con su sequía, era peor que El Niño, con sus inundaciones,  aunque menos dramática. 
El Fenómeno del Niño llegaba con cierta regularidad, y en 1982-83, lo vi cara a cara. Revisando los mapas es informes del INERI, me di cuenta que cada 20 años, se presentaban estas tormentas tropicales y oleajes que inundaban la Costa Ecuatoriana.
Llegué a trabajar en el Cabo San Francisco, frente a Muisne, cuando Jaime Roldós, llevaba pocos meses de asumir la presidencia en Septiembre  del 1981, me casé el cuatro de ese mes, con Verónica Maldonado, ex reina de Esmeraldas y virreina de Ecuador en 1979.
Las lluvias llegaron en diciembre, y fue de tal magnitud, que durante 456 días, que los conté, vi llover todos los días, pero me llamaba la atención que luego de tremendos aguaceros, el sol saliera tan  radiante y rabioso,  que nos quemaba en minutos.
El dispensario médico del Ministerio de Salud, donde fui el primer médico que llegó a trabajar en él, ni siquiera estaba equipado, no tenía electricidad, ni agua, estaba habitado por cangrejos, avispas, alacranes, congas, iguanas, por las ventanas sin mosquiteros, los caballos nos despertaban a media noche metiendo su cabeza sobre nuestra cama.
En el mismo dispensario estaba la vivienda del médico, y aquí, puse mi cama de dos plazas, el toldo,  una cocina, los muebles del comedor, la vajilla y lamparas de petromax o kerosene, porque la energía eléctrica del pueblo desaparecía cuando habían dos planchas funcionando.  Llegué hasta con un televisor que nunca pudo funcionar por falta de energía.
Lo bueno de aquel invierno, era que el agua desde diciembre hasta el día de mi salida en Octubre, se la podía recogen en tanques mediante canales de caña guadúa, pues en los tres primeros meses tenía que cargarla, desde una cascada situada a kilómetro y medio, ya que el agua del río San Francico, que cruzaba frente al dispensario era turbia
Tuve que quedarme 2 meses más de los 12 que debía permanecer, porque la carretera fue destruida por el crudo invierno y ningún médico recién graduado, que tenía que hacer la medicina rural, quería esa plaza.
Pero además me tuve que quedar hasta pocos días antes del nacimiento de mi primera hija, en Quito, de donde soy, porque no había forma de sacar todo lo que había llevado para equipar aquel primer nido de amor con mi esposa.  Tuve que sacar una parte por un mar picado de olas bravas y el resto regresarlo al pueblo,  y sacarlo dos meses después.
Estuve  atrapado  desde marzo de 1982 hasta Octubre, cada salida que era cada dos o tres meses,  demoraba hasta dos días en llegar, cuando lo normal era 8 horas, teníamos que dormir en cualquier casa de Quingue, donde generalmente la camioneta que transportada a todo el mundo, tenía que esperar que la marea baje, para cruzar los dos ríos, y la marea tardaba 6 horas en bajar, y a veces mas, si había lluvias, o cruzábamos en canoa los ríos y al otro lado había que caminar, o alguna  camioneta que nos llevaba. En la carretera había un lodo rojizo, que hacía difícil la marcha y que producía comezón e incluso reacciones alérgicas.

El crudo invierno destruyó  unas treinta casas de las 120 que había en el poblado de la parroquia, y las crecientes venían con serpientes, que aparecían debajo de las casas.  Pasé por situaciones dramáticas, transportando pacientes en camilla por la playa, sobre todo niños que eran picados por las serpientes, hasta el hospital de Muisne,  y en el hospital viví el drama de la falta de sueros antiofídicos,  repetidas veces,  fui a a buscar a  culebreros, curanderos especializados en culebras, para salvar aquellas vidas.
Durante largos meses no tuve medicinas, así que aprendí a curar con plantas medicinales y a contar con el apoyo de doña Brígida la curandera y de Vitalia la partera negra, que le encantaba fumar cachimba todo el tiempo, en especial durante el parto, en un tiempo donde el tétanos, era junto con la diarrea y la malaria, las primeras causas de enfermedad y muerte y las muertes eran algo común.

Curiosamente la gente descubrió que en los lugares donde el agua del mar y el río quedaba atrapada, próximos a los manglares, los camarones crecían en abundancia.  Esto fue lo que dio origen a la industria camaronera, que asolaría los manglares de Ecuador los siguientes 16 años, hasta la llegada de la peste del camarón y con ello la quiebra de esta industria de exportación, que también arrastró a los bancos y a la moneda nacional, el sucre.

Este fenómeno lo volví a ver en 1997 en ese entonces, había regresado de Rusia, donde fui a estudiar,  y a  ver con mis ojos el fin de la Unión Sovética, pues era un médico revolucionario, marxista que me parecía irreal lo que decían los noticieros.
Estudie en la Politécnica de Vologrado lo que era el glasnost,  la perestroika y comercio internacional con Rusia. Vi lo que fue el comunismo soviético, las  Segunda Guerra Mundial,   los problemas como el de Afaganistán, las guerras de Georgia y Afjacia, de Armenia y Azerbajan,  presencié el drama humano de esta descomposición de la URSS y el nacimiento de la Federación Rusa y su mafia.
  Al regresar para pagar mis estudios al IECE, usé lo aprendido e inicié la exportación de flores a Rusia, porque el salario de médico no alcanzaba para pagar mi deuda y la de mi esposa, que también fue a estudiar en Vologrado conmigo.  Como exportador me fue muy bien hasta 1996,  pues fui uno de los primeros exportadores, incluso abrí mi propia bodega en Moscú, en un local situado en los talleres de mecánica de la Universidad Lomonosov, cerca a la facultad de Economía, por lo que podía discutir con estudiantes y profesores lo que pasaba en ese enorme país.
Pero en 1997 volví porque, murió mi padre y  los bancos rusos quebraron en masa, el gobierno de Boris Yelsin devaluó brutalmente la moneda y quebré, , al regresar tenia por delante una disputa por la herencia de mi padre, que lleva 20 años,  una deuda tremenda con plantaciones y líneas aéreas,  pero había logrado que los exportadores ecuatorianos convirtieran a Rusia en segundo mejor mercado, gracias a la primera exposición de flores, que como miembro de Expoflores, y con la ayuda de embajador Juan Salazar Sancisi,  hicimos en Moscú.Para la exposición llegaron   40 empresarios, entre ellos Mauricio Dávalos de Agroflora.   

En 1995, la Guerra  del Cenepa, sumado a la peor crisis energética producida por la Niña, y en 1997 la llegada de un nuevo Fenómeno del Niño, mas la caída de los precios del petróleo, la peste del camarón y la especulación financiera de los bancos, llevaron al Ecuador al colapso, generando una emigración de millones de ecuatorianos.
La Niña y el Niño, fueron los que marcaron la historia de los gobiernos en Ecuador, en el primer casos por sequías tan brutales que obligaron  enormes migraciones, como la de 1980, por La Niña,
se desertificó las provincias de  Loja y Manabí,  movilizando a los habitantes de estas provincias hacia Santo Domingo, Esmeraldas, Sucumbíos y Morona.


El Fenómeno del Niño de 1997, movilizó a la gente hacia Quito, Guayaquil y fue el comienzo de la masiva migración a Estados Unidos y Europa, que luego se desencadenó en 1999, con la quiebra bancaria de Ecuador, que siguió a la de Rusia (1997) y presedió a la de Argentina (2001). Todas estas quiebras, conectadas entre sí,  por las famosas medidas neoliberales del FMI.  causante de la larga y triste noche neoliberal,  que hicieron a los países susceptibles a cambios en los precios de las materias primas, como el petróleo,  a catástrofes naturales o bélicas y a cambios bruscos en las bolsas de valores.
Luego de la llegada del Fenómeno del Niño de 1997, llegó a las costas la marea roja, de unas algas venenosa que produjo los primeros estragos a la industria del camarón, y  la peste de la cabeza amarilla, que llevó a la quiebra de las piscinas y los laboratorios.
Ante esta realidad el gobierno de Rafael  Correa decidió crear enormes represar y canales de riego en la Costa ecuatoriana. 
Estas enormes represas, a mas de que sirven para el control de inundaciones, funcionan como depósitos de agua para resistir los veranos, que comenzaron a hacerse cada año, más largos y más secos, por el cambio climático, la deforestación, y el avance del desierto del Perú en la Costa ecuatoriana. Además proporcionan agua a los cultivos, a las poblaciones y generan energía eléctrica.
En el terremoto del 2016, estas construcciones pasaron su más dura prueba, pero salieron ilesas de una catástrofe de 7.8 grados, que no fue localizada,  sino que afectó a 1000 Km del la franja costera.
Pero además,  de inmediato se vino un nuevo período de inundaciones, completamente irregular, al que se le llamó el Niño Costero.
El Niño Costero golpeó con dureza a Perú, y al sur de Colombia, pero en Ecuador, los multipropósitos, hicieron muy bien su trabajo y por primera vez en la historia, los campesinos y las poblaciones costeras no vivieron las crisis que normalmente habían vivido por culpa de las inundaciones.  La lluvias, si afectaron a la Sierra Sur.




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